La misión, y obsesión de los responsables de marketing es asegurar que las actividades de marketing sea lo más efectivas posibles. Esa efectividad se puede observar en dos formas diferentes, bien porque sean muy impactantes, y se recuerden. O bien porque el retorno de la inversion de estas actividades sea lo más elevado posible.
Para que una iniciativa sea impactante requiere creatividad. No es la primera vez que hablamos de la batalla de la que muchos se empeñan en luchar. Sin embargo, es una batalla absurda. Por el simple motivo de que no debe ser una batalla, sino tácticas complementarias. La creatividad no podrá ser nunca sustituida (podemos entrar en un debate sobre qué pueden o podrán hacer las maquinas). La creatividad es esa capacidad de crear algo diferente, nuevo o interesante que nos hará captar la atención de nuestro objetivo. Y por el otro lado la automatización, nos permitirá hacerlo a escala y con mayor facilidad y menos necesidad de procesos manuales humanos.
Cuando hablamos de un retorno de la inversion elevada, tenemos en cuanta variables principalmente económicas, como cual es el coste de producción de esa pieza (anuncio, digital, panfleto), el coste de distribución y el beneficio obtenido (por medio de las ventas producidas). Esta ha sido, es y sera el caballo de batalla de muchos en este mundillo del marketing. La irruption del marketing digital, entre otros muchos factores, fue determinante en la monitorización y seguimiento de ese retorno de la inversion. Si recordamos dónde se producía la gran mayoría de los anuncios hacer de tener Facebook Ad, banner y otra publicidad programática, tendremos que remontarnos a los anuncios de television y la prensa escrita.
Los medios de grandes masas (TV, prensa, revistas, vayas publicitarias,..) son un gran escaparate, con una exposición tremenda. Decenas de miles (in incluso millones de personas en prime time en TV) estaban delante de la televisión. Sin embargo sabemos a ciencia cierta, que no todos esas personas estaban interesadas en nuestros anuncios. Y en el mejor caso, aquellos que pudieran estarlo, no necesariamente comprarían nuestros productos (el marketing digital favorece la reacción inmediata). Es, como hemos mencionado alguna vez, matar moscas a cañonazos. Podríamos tener resultados con ese anuncio, pero si miramos su efectividad, posiblemente sería baja (comparar la población expuesta con el número de ventas).
Esta discusión no es nueva, y según mucho informes, el gran porcentaje del gasto publicitario ser realiza en tácticas de marketing digital, donde la segmentación y personalización nos ayudan a ajustar el tiro.
Sin embargo, el fenómeno de las influencer esta cada día más de moda. Es cierto que su plataforma de acción son redes sociales (Intragram , Youtube, TikTok,.). Estas personas tienen miles, incluso millones de seguidores. Las marcas les contratan como embajadores de marca, o por lo menos como imagen de marca. Esta figura no son nuevas tampoco. Las marcas han incrementado significativamente las partidas dedicadas a influencers. Es una realidad que hemos digerido, y adoptado como normal. Sin embargo, ¿cúal es la rentabilidad de esta estrategia?
El movimiento de publicidad en medios de grandes masas a propiedades digitales, donde ese seguimiento se pueda hacer de forma más milimétrica, se tomo por motivos de efectividad. Sin embargo, al movernos al modelo influencer, volvemos de alguna manera al modelo de masas. Nuestro producto se expondrá a una gran cantidad de personas, por lo que pagaremos posiblemente una cantidad significativa de dinero. Es justo decir que muchas de las personas que siguen a un influencer tienen un perfil similar, por lo que no es exactamente igual, o no es justo compararlo con un anuncio en television.
La publicidad o exposición de un producto por parte de un influencer, puede reportar beneficios económicos importantes a las marcas. La pregunta que debemos hacernos antes de meternos en una de estas aventuras son: 1) Son efectivas (en cuanto a ROI) 2)Podemos o queremos hacer el seguimiento, para poder hacer la atribución de la fuente de nuestras ventas 3)Que hacemos cuando un influencer hace algo que repercute negativamente en nuestra marca y como recuperarnos.
No creo que haya una respuesta universal, y creo que es aquí cuando el pensamiento crítico debe hacer acto de presencial, para asegurar que la ejecución de nuestro plan tiene éxito
Hay una frase que resumen muy bien el concepto de redes sociales: «Antes eras lo que tenías, ahora eres lo que compartes». Desde la aparición de Facebook en el año 2003, las redes sociales han revolucionado la comunicación y la interacción, tanto entre individuales como entre marcas e individuales.
No se puede negar que estas plataformas han cambiado nuestra sociedad, introduciendo nuevos canales de interacción que aportan comunicación instantánea y exposición al gran publico de forma sencilla e rápida. Es uno de los grandes ejemplos de cómo la tecnología puede impactar en nuestras vidas, con su lado positivo y otro no tanto. Sin embargo uno de los componentes que no se tuvo en cuenta inicialmente, ya que era algo completamente nuevo, que desconocíamos, que no sabíamos cómo de lejos iba a llegar, era el aspecto psicológico. Sin embargo, hoy, después de mas de 15 años conviviendo con ellas, podemos asegurar con rotundidad que este componente humano, la psicología, debe estar muy presente. Y vemos que es un patron que se repite en otros nuevos paradigmas como la inteligencia artificial. La vertiente científica (dentro de las famosas disciplinas STEM), es muy importante, pero sin añadir lo que nos diferencia de otras especies, como puede ser la ética, puede llevarnos a destinos no deseados.
Facebook se creo como una plataforma para conectar alumnos de diferentes campus de ciertas universidades. Poco a poco fue creciendo, alcanzando mas de 19 millones de usuarios en poco más de 3 años, siendo unos de los grandes ejemplos de la globalización, ya que por ser un concepto puramente online, la expansión por internet fue muy rápida. De hecho, podemos compararlo con otros tecnologías diferentes, y vemos cómo otras anteriores han necesitamos muchísimo más tiempo para alcanzar cotas parecido. Pero por el otro lado, las sucesoras, están consiguiendo resultados de adopción muchísimo mas espectaculares. La viralidad es una de las características que parece que esta intimamente ligada
Facebook, es la gran reina de internet, aunque no ha estado exenta de problemas. Su monetización causo varios quebraderos de cabeza, y varios fondos de inversion quemaron muchos millones hasta que descrubrieron dónde esta el secreto, los datos de los usuarios.
Poco a poco, otros intrépitos emprendedores se lanzaron a la aventura, como Twitter que apareció poco después, o Linkedin por el lado profesional. Pero nadie conseguía hacer sombra a la red de redes. El efecto novedad podia haber sido uno de los elementos de la formula secreta, sin embargo nada era producto de la casualidad.
Mientras todos ibamos aprendiendo que era, para qué servia y cómo se utilizan, algo pasaba en la transtienda. Como individuales, conectábamos con nuestros amigos, o recuperábamos antiguas amistades, compartíamos fotos, promovíamos las mismas con los likes, comentábamos las publicaciones, y desvelábamos donde estábamos en cada momento, y en compañía de quien lo hacíamos. Toda esta información no podia ser desaprovechada por el gigante tecnológico azul. Toda esta exposición, verificó que todas nuestras preferencias, y las de todos nuestros contactos estaban completamente actualizados, y los usuarios regalaban esta información. Esta información que tanto tiempo habían estado buscando las empresas, sirvió para crear un modelo de negocio por el que todo esto podia ser monetizado siendo muy rentable. La empresas empezaron a entrar también en esta rueda. Sin embargo, una vez se empezó a hacer mucho más generalista, muchos jóvenes querían buscar una forma nueva de comunicación que cumpliera dos nuevos criterios, algo mucho mas centrado en la imagen, y sobre todo en la que sus padres no estuvieran presentes. Ese principio de exclusividad ha llevado a otros usuarios a buscar otras redes sociales diferentes de las más generalistas (deportistas, emprendedores, …). Otras redes como instagram, snapchat, TikTok (mas reciente) empezaron a aparecer. China, como siempre, cuenta con su propia plataforma (WeChat), que consolida todas las redes sociales existentes en Europa en una sola, y con características muy interesantes. Pero esto da para otro articulo por sí mismo.
Facebook sigue siguiendo la red social con mas usuarios, pero esos que importan, los activos descienden a un ritmo preocupante, que marca que el final de una época se acerca. No solo los usuarios activos, sino también el tiempo medio de navegación en la red por un usuario medio bajaba, aunque la pandemia del COVID ha hecho que vuelva a subir. Por otro lado la red se ha preocupado del lado B2B, buscando elementos que hagan permanecer a las empresas y que sigan invirtiendo para poder generar lead ha hecho que generen nuevas herramientas. De hecho Facebook dispone de una herramienta para realizar captación de fondos para causas humanitarias, que ha sido popularizada gracias a los retos (muchos durante esta reciente pandemia del coronavirus), y que también se ha intentado imponer como iniciativa para celebración de aniversarios, cumpleaños y otros eventos.
Instagram nació para cubrir esa necesidad existente en el público más joven de compartir experiencias basadas en fotos y videos. Esta red social es puramente gráfica como se puede demostrar con la aparición de un nuevo concepto llamado «Stories», que no son mas que imágenes efímeras (en las que se basa la propuesta de valor de snapchat). Muchas marcas, conocedoras del valor de las imágenes, y de querer estar presentes donde esta la juventud, han migrado sus esfuerzos a esta nueva plataforma. Facebook, viendo el potential declive, la compro hace anos (2012 por 1000 millones de euros), comprando dos años mas tarde Whatapp.
Con todas estas nuevas adquisiciones parece que Facebook se ha dado cuenta que una red social no es para siempre, que los usuario piden innovación, que sus requerimientos cambian, y que el efecto novedad es importante, por lo que cada cierto tiempo, hay que cambiar de aires.
Es cierto que estos meses de encierro en casa por parte de gran parte del planeta, ha dado un respiro a Facebook, ya que muchos de sus usuarios han vuelto a engancharse, consumiendo muchas horas de contenido, e intentando conectar con su red. Pero esto, creo, ha sido un alto en la tendencia de decrecimiento
Por supuesto no debemos pasar por alto algo que hemos comentado antes. El modelo de monetización de Facebook, basado en la venta de datos de sus usuarios, ha causado grandes problemas de privacidad y de seguridad, dando origen a las fakenews y otros problemas (donde la ética tiene mucho que decir)
Las redes sociales son un componente más de nuestra sociedad. Es más, son una parte muy importante de nuestra identidad digital, y llegaron para quedarse. Hemos aprendido cómo vivir con ellas, y aunque irán mutando, el concepto siempre sera similar. Tendrán diferentes funcionalidades, la experiencia de usuario sera diferente, otras serán mas generales y otras de nicho, pero son una herramientas de comunicación entre individuales, que las empresas intentan explorar para formar parte de esas comunidades. Lo que es cierto, es que hay grandes ejemplos de organizaciones, que han utilizado estas plataformas para tener una comunicación mas fluida y bidirecional (como el caso de la atención al cliente) con sus clientes. Es muy raro ver empresas sin redes sociales (algunas incluso tienen redes sociales pero no web).
No se puede adivinar el futuro pero parece que lo que viviremos estará basado en el concepto de plataformas personales, donde las marcas y los individuos puedan interactuar, donde el contenido se genere por los usuarios, y donde haya una relación muy directa. Habrá que ver qué pasa con el tema de la privacidad y hacia dónde avanza, esto tendrá una relación directa con la potencial funcionalidad de segmentar e impactar a los usuarios para servirles anuncios. Pero creo que ya sea por las propia legislación, o por propia petición de marcas y usuarios, esto se hará de forma mucho mas orgánico, con los usuarios buscando a las marcas si el contenido y la interacción es buena, por lo que no sera necesario buscar ese segmentación. Obviamente el futuro de las redes sociales ira unido al de los influencers, los cuales utilizan estas plataforma como única herramienta para la generación de sus ingresos, y donde se ve claramente que el contenido sigue siendo vital.
Facebook puede desaparecer, pero siempre tendremos un sustituto. El ser humano es un ser social que necesita comunicarse, y las empresas como conjunto de personas que trabajan juntas bajo una misma visión, tienen la misma necesidad (ademas del componente comercial) de hablar con los clientes. Puede ser en formato video, foto, texto, o realtime (como whatapp), pero estas plataformas se han convertido en el foro fundamental de comunicación, donde el usuario genera el contenido, y donde las marcas pueden recoger el feedback que necesitan.
Las redes sociales llegaron para quedarse, como podemos ver en nuestro día a día. Existen grandes redes sociales genéricas como pueden ser Facebook, Twitter o Instagram, donde es posible encontrar contenido de todo tipo. Pero existen otras mucho más especificas, de nicho, con temáticas más concretas. La más conocidas por todos puede ser LinkedIn, pero hay otras muchas como Doximity (plataforma americana para la comunidad médica), Strava (plataforma para deportistas) incluso redes sociales para otras profesiones o hobbys como la cocina, bricolaje o idiomas.
A lo largo del tiempo se ha visto que hay un patrón común en como estas redes crecen y se desarrollan. El foco inicial en sus orígenes en la adquisición de nuevos contactos, y todas sus métricas (lo que ahora se llaman métricas de vanidad) están basadas en estas métricas basadas en números absolutos. Las financiación que obtenían se venían reflejadas por como estas plataformas eran capaces de aumentar su base de datos, sin tener en cuenta otros parámetros.
Pero obviamente el debate en como monetizar este potencial. Desde el principio estas empresas tenían una misión y visión clara que era establecer lazos de unión entre diferentes personas con cierta relación (profesional, personal o de interés común en un tema concreto) para crear comunidades y poder compartir información. Estaba claro que el objetivo parecía conseguido, pero los inversores no veían retorno de inversión, incluso los financieros de las plataformas se las veían y deseaban para demostrar como de sostenible era el modelo. Muchas discusiones (y no me quiero imaginar cuantas reuniones y sesiones) después, el modelo giro, sobre todo en el caso de Facebook, hacia la publicidad. Facebook se convirtió en la mayor plataforma publicitaría del mundo, con un potencial increíble. Los algoritmos para mostrar ciertos feeds (o contenido), y relevancia de las marcas cambiaron para ajustarse a ese modelo de negocio.
Todas las empresas vieron el filón, y el auge de la publicidad en redes sociales aumento de forma exponencial. Entraron en juego nuevos actores y nuevos sistemas (DMP, programática, brokers,..). Pero para que tuvieran éxito de verdad, y sobre todo conseguir que el impacto de los anunciantes fuera el deseado, había que conseguir aumentar el tiempo de estancia en la plataforma por parte de los usuarios. Mantener el balance adecuado entre publicidad y seguir con el objetivo inicial de crear comunidades se volvió en la prioridad. Al final sin usuarios, la plataforma perdería su valor.
Las estrategias de comunicación están incluyendo ampliamente este tipo de tácticas, de forma que las redes sociales es una de las principales formas de redirigir tráfico. Llamar la atención del usuario de la plataforma, para impactar con la información que los anunciantes quieren hacerles llegar se ha convertido en la piedra angular. Crear contenido llamativo, de donde surgieron los famosos virales, crear noticias impactantes que hicieran que el usuario quisiera seguir informándose más.
Pero como siempre, encontrar agujeros en el modelo, o usarlo para usos que no están pensados inicialmente, siempre es el siguiente paso. No solo en la prensa especializada, sino en los telediarios, se han hecho eco del escándalo de las fake news, que por ejemplo tanto impacto en las última campaña presidencial norteamericana. La forma de utilizar la plataforma, para cambiar (o intentar) la opinión de los ciudadanos es un uso mal intencionado. Y este tipo de problemas serán los que Facebook, en este caso, tendrá que afrontar.
Este no ha sido el único caso doloroso que ha tenido que afrontar la gran red social americana. Su escándalo de fuga de datos, o de venta de los mismos a entidades sin permiso de sus propietarios, los usuarios de esas plataformas, han inundado también primeras hojas de todos los medios. Está claro que Facebook está en mitad de una crisis.
Varios de los puntos mencionados en los párrafos de arriba han desatado una crisis en Facebook. Tiene que reaccionar rápido sino quiere empezar a tener problemas de revenue. No es la primera vez que oigo o leo, de amigos o conocidos: «yo ya me he quitado de Facebook«. Posiblemente hayas leído contenido similar, explicando las razones. Facebook ha sido diseñado para atraer y mantener en la plataforma cuanto más tiempo mejor. De hecho el objetivo principal es subir esos minutos que los usuarios pasamos conectados, ya que habrá mas posibilidades de impactarnos con diferentes marcas y conocer mejor nuestro comportamiento. Muchos de los usuarios están cansados de este gran hermano publicitario, pero también quieren darle mayor prioridad en su vida a otros aspectos, en vez de pasar gran parte del día (unos 40 minutos al día de media según últimos informes) que cotillear que publican algunos de sus contactos en su muro. Esta es una ola que está cogiendo cada vez más tracción, y el impacto en el numero de usuarios, y sobre todo en el engagement de los usuarios (ya que simplemente dejan de utilizar la plataforma, pero no dan de baja su perfil) empieza a preocupar a la empresa californiana.
La crisis, se ve incrementada por la perdida de confianza a nivel global en la gestión de datos. Aunque la misión de la empresa ha sido descrita como la de posibilitar la creación de comunidades de usuarios que intercambien información, la realidad que muestra el modelo de negocio es que se trata de una plataforma publicitaria. Los datos fluyen constantemente y el comportamiento se registra a cada golpe de ratos. Muchas entidades externas, incluso tribunales, han empezado a pedir responsabilidades a Facebook. La cual ha respondido, en ocasiones con términos vagos. Y ha concluido en el giro de la estrategia para reaccionar a cada nuevo problema y arreglarlo, pero sin dar una visión de que es lo que quieren hacer a largo plazo, desde el punto de vista del usuario.
En un artículo anterior se habló sobre el caso de Cambridge analítica y también se ha explicado como afecta, o mejor dicho, como protege la GPDR a los ciudadanos frente a las nuevas tecnologías. Esperemos no ver nuevos escándalos de fuga de datos, aunque me temo que si no es por parte de Facebook, lo será por alguna otra. Pero mirando el caso que nos ocupa ahora la pregunta es: ¿será Facebook capaz de soporte otro incidente como estos? ¿Conseguirá reenfocar su misión/objetivo, siendo rentable, pero convenciendo a los usuarios? ¿Ha tocado techo la reina de las redes sociales?
La semana pasada saltó una triste noticia sobre una de las empresas con más proyección. No quiero entrar a discutir si son ciertas o no, y también quiero valorar si era una situación que se veía venir o no. Principalmente porque no tengo la información necesaria para analizarlo, y segundo porque no es la intención de este blog ni de este post juzgar acción. Pero si me gustaría utilizarlos para hablar de estos dos temas, que tan de moda están últimamente.
Aunque muchos de vosotros ya sabréis de que caso estoy hablando, me refiero a la empresa Alicantina Hawker, que se dedica a la fabricación y distribución de gafas, principalmente de sol. Esta empresa ha crecido exponencialmente desde 2013, cuando 4 jovenes iniciaron este proyecto. Su éxito tiene varias claves, se trata de un producto de moda como son las gafas de sol, a precios muy asequibles (entre 25 y 50 euros), con diseños actuales y sobre todo con un modelo de publicidad suportado y amplificado por nuevas tecnologías. La comunicación y relación con el cliente se centro principalmente en los anuncios en Facebook, y publicaciones en la red social Instagram mediante Influencers. Estas dos redes sociales son las mayoritariamente usadas por las generaciones más jóvenes, y donde uno de los efectos que tuvieron fue (y es) la viralidad.
Exprimiendo Facebook, sus audiencias y su viralidad
La empresa consiguió comprender parte de la lógica del algoritmo utilizado por Facebook para ser relevantes para su audiencia. De hecho, optimizaban sus publicaciones con las misma frecuencia con que la red social actualizaba su algoritmo. De esta forma, consiguen sacar el máximo rendimiento de cada euro invertido en anuncios, y sobre todo con mejores resultados que algunos de sus competidores. Durante cierto tiempo está claro que la técnica les sirvió para crear una imagen de marca, y una base de «followers» (y algún que otro cliente). Pero poner todos los huevos en la misma cesta siempre es peligroso. Hawker apostó principalmente por este canal digital, siendo su presencia en el resto de los canales muy minoritaria o inexistente. En anteriores ocasiones hemos hablado de la importancia de la Omnicanalidad, porque apostar por esta estrategia y como implementarlo a grandes rasgos. Es cierto que la empresa no solo aposto por el e-commerce en su web (y otros grandes etailers), sino que la presencia en grandes cadenas ópticas y centros comerciales es notable. La publicidad mediante Facebook es muy exitosa, si conoces bien a tus clientes (a la hora de crear los segmentos), pero es recomendable apalancarlo con otros canales a lo largo del customer jorney.
De todas formas, este es un tema muy en boca de todos por que Facebook ha anunciado hace poco el cambio en su política de publicación de anuncios y el algoritmo que lo controla. La red social quiere apostar por el «brand content» y engagement del cliente con la marca. Es decir, la marca premiará el contenido que apueste por algo más la promoción de un producto, y uno de los parámetros con los que lo medirá (el engagement con el cliente, como son los likes, shares, comentarios..). La frase de «el contenido es el rey» se vuelve aun más clave. Las empresas deberán darle una vuelta a que ofrecen al cliente, que relación quieren tener, y el contenido y anuncios que vayan a publicar (especialmente si es mediante Facebook).
Descubriendo influencers
Otro de los ingredientes de la receta del éxito por parte de Hawkers es el uso de los influencers. En un post anterior (Blogger e influencer) hablé sobre este tema tan de moda. La empresa alicantina ha sabido utilizar, y ha explotado, como pocos esta poderosa herramienta. No en vano, es uno de ejemplos que suelen salir a la luz cuando se explica o habla de estos temas. Sin embargo, en el caso de Hawkers, es especial porque han conseguido contar con algunas de las estrellas más famosas a nivel nacional o internacional. Futbolistas, cantantes, actrices, actores y deportistas de diferentes modalidades son algunas de las personalidades que han aportado su granito de arena al éxito de este producto. Contactar con el público es imprescindible, y saber como hacerlo no siempre es fácil. Utilizar la fama, notoriedad y exposición de los llamados influencers es una herramienta muy poderosa, pero debemos ser muy cautelosos a la hora de hacerlo. Como marca, debemos seleccionarlos teniendo en cuenta quien nos representa mejor en cuanto a los valores, imagen, estilo de vida u objetivos comunes que estos transmiten. El consumidor verá reflejado, y asociará el producto y la empresa con la persona que lo «patrocina». Si en vez de tener en cuenta todos los criterios anteriormente citados, nos dejamos deslumbrar por el número de followers u otros números de este estilo, la colaboración puede llegar a ser perjudicial para nuestra marca (al menos a largo plazo).
En este punto, me gustaría destacar un proyecto que ha agencia H2H ha hecho público hace unos días, donde ha desmontado a los influencers, y ha demostrado la facilidad de llegar a la cresta de la ola, sin aportar ningún valor añadido. Como marca, debemos saber con quien estamos trabajando, que tipo de audiencia tiene (excluyendo aquellos que compran bots o perfiles falsos) , y diseñar de forma conjunta una estrategia a largo y medio plazo. Aqui dejo el video al que hacía referencia:
Facebook e influencers, perfecta combinación para crecer
Hawker me ha servido para hablar de estos dos temas tan candentes (Anuncios en Facebook e Influencers). Como apuntaba el principio, no quería analizar este caso, ya que desconozco como ha sido la gestión general, la estrategia comercial y otros parámetros. El uso de estas dos tácticas les ha llevado a llegar a facturar más de 15 millones de euros, sin embargo no parece ser escalable por los altos costes de adquisición. Balancear las inversiones realizadas entre los diferentes canales digitales, nos permitirá ir corriendo errores, costes y cambios de tendencia (y cambios en el algoritmo).
Una de las características inherentes al ser humano es la capacidad y necesidad de comunicación. Necesitamos hablar, contarle a nuestros amigos y familiares lo que nos preocupa o emociona y nos gusta hablar (y mucho) en la sobremesa. La globalización, la crisis, descubrir otras culturas o vivir experiencias enriquecedoras han hecho que todos tengamos conocidos mas allá de nuestras fronteras. En estos casos, la comunicación se vuelve más compleja. Hace tiempo había que recurrir a las llamadas telefónicas esporádicas (¿quien se acuerda de las de cobro revertido?) o cartas. Las redes sociales ayudaron a reducir esa distancia física, y conseguir tener más cerca a nuestros seres queridos.
Facebook, Twitter, Instagram, LinkedIn y una larga lista de nuevas plataformas han cambiado la forma en la que nos relacionamos. Las redes sociales son uno de los grandes fenómenos, al menos de esta década, por el impacto producido en la sociedad. Pero no solo ha revolucionado las comunicaciones entre personas, sino la forma en la que las empresas se comunican con sus clientes.
Las redes sociales se han convertido en una herramienta fundamental para todos los profesionales del marketing, convirtiéndose en una de los principales puntos de inversión en términos de publicidad. El retorno de la inversion no es la única causa, sino que la microsegmentación, la hiperpersonalización y el alto grado de compromiso entre clientes y empresas es muy superior.
Dialogo y no monólogo
Los usuarios interaccionan entre ellos, comentan, hablan y/o se dan consejos, Las marcas han visto en estas plataformas una herramienta fundamental, para poder conectar con sus clientes y también con otros que podrían llegar a serlo. No creo que haga falta recordar la importancia de la comunicación bidirecional. Y esto es uno de los grandes logros. Antes hablábamos de la revolución en la forma de comunicarnos, pero este cambio es exactamente igual de aplicable a las empresas. Uno de los beneficios, tanto para empresas como para clientes, es la dinamización en la comunicación entre ambos. No se trata de lanzar comunicaciones, sino de empezar conversaciones. Empresas y clientes pueden dialogar, comentar y tener una relación mucho más directa e intensa.
Los consumidores pueden obtener en tiempo real información sobre las empresas, que valorarán (con los famosos likes). De esta forma, se hace más sencillo (sin ser fácil) conocer mejor el mercado, y a los clientes. Las redes sociales ofrecen a las empresas múltiples opciones para dinamizar y democratizar estas relaciones. Si a esto le sumamos la cantidad ingente de datos, no solo personales sino también de patrones de comportamiento, tenemos la fórmula perfecta para personalizar nuestros productos y contenidos para conseguir maximizar la fidelidad y lealtad de los consumidores.
En más del 70% de los casos, una parte del customer journey como es la búsqueda de información, se realiza mediante redes sociales. Ya sea mediante busqueda de contenido en las páginas oficiales de las marcas, o mediante la búsqueda de recomendaciones mediante nuestros contactos de primer nivel. Los consumidores ya no nos dejamos impresionar por un listado de características de un producto. Queremos ponerlo en contexto y sobre todo tener referencias (mejor si es de alguien conocido). Queremos ver como ese producto puede satisfacer nuestras necesidades. La gestión de expectativas es clave, y por eso las recomendaciones nos harán equilibrar la balanza hacia un lado u otro. Esto no es mucho más diferente en el mundo corporativo.
Las redes sociales no son solo personales
En el mundo B2Blas redes sociales se están volviendo fundamentales, y el «social selling» es una de las tendencias que no hay que perder de vista. No se trata de una simple herramienta, sino de una forma de relacionarse con los clientes. A nivel personal el uso de la redes sociales está muy extendido, pero a nivel profesional es exactamente igual. Aunque a primer vista podríamos pensar simplemente en LinkedIn, Facebook ,Twitter y otras redes más especialistas tienen un lugar. La fuerza comercial tiene que conocer al cliente, y con ello me refiero a todos los contactos relevantes de la organización que tenemos como cliente. Para ello, las redes sociales nos aportan datos muy valiosos para conocer mejor a estar personas, no solo a nivel personal, pero también para conocer sus necesidades, inquietudes o situación de las empresas. Las publicaciones o «likes»en LikedIn pueden servir a la fuerza comercial para iniciar ciertas conversaciones con relación a nuestras soluciones. De esta forma el cliente se sentirá mucho más escuchado y entendido. Al fin y al cabo estaremos hablando de sus inquietudes reales, y la forma de iniciar la conversación será más natural.
Como profesionales no necesitamos tener un comercial del producto o servicio que queremos contratar desde el inicio del proceso. Parte de este camino lo recorremos sin la compañía de ese proveedor. Toda la información que necesitamos la tenemos publicada online, la recogemos entre compañeros de profesión, queremos tener casos reales. E involucramos a la compañia en un estado mucho más maduro de lo que lo hacíamos antes. Por este motivo, es importante contactar, mediante redes sociales, con los potenciales clientes. La información, el contenido y los casos de éxito siguen siendo fundamentales, y si nosotros nos proporcionamos nosotros, el cliente lo recibirán por otras fuentes.
Las redes sociales no sirven solo para cotillear (dejo un Link algunos artículos ya publicados sobre estos temas). Como acabo de mencionar en párrafos superiores, como marca, empezar diálogos con los clientes basado en datos (en sus inquietudes o necesidades) es algo que nos aportan estas plataformas. Direccionar acciones basadas en el análisis de datos es el nuevo paradigma. Conseguir atraer al cliente, hacerse sentir la marca, interactuar con ella, y ser parte de la misma está en nuestras manos. Con todas estas herramientas es mucho más sencillo (aunque no fácil). Pero ¿sabemos como hacerlo? y mas importante, ¿ estamos preparados para ello?
Que la sociedad está cambiando no es nuevo y no debería sorprender a nadie. Exactamente lo mismo está pasando con los métodos de comunicación, hace 10 años nadie tenía whatapp, y ahora nadie puede vivir si el.
La juventud es un ejemplo perfecto para ver como cambia el paradigma de vida, y si nos fijamos en los personajes a los que admiran podemos sacar muchas conclusiones válidas para el mundo corporativo. Desde siempre futbolistas, cantantes o actores/actrices han sido su referente. Siempre los observaban desde un punto de vista estático e impasivo, ya que no existían conversaciones. La comunicación era uni -direccional, en sentido «famoso»hacia gran publico. La aparición de diferentes plataformas han hecho que la tecnología ayude a facilitar la conversación y a acercar a ciertas personas totalmente inaccesibles al gran público. Herramientas como Twitter, Facebook, Instagram o los blogs hacen que se establezca un canal bidireccional con una interacción activa. Se activan conversación y discusiones, que hace más interesante las relaciones.
Aunque la revolución no se queda simplemente aquí. Ya sea como nuevas formas de empleo, ocupación, fuente de ingresos adicional o hobby han aparecido nuevas «profesiones»o «aficiones». La publicación de noticias, comunicación de ideas y sobre todo publicación de imágenes está a la orden del día y ha hecho que la información desborde Internet. Algunas de estas personas han hecho de esto su forma de vida (he aquí el concepto de influencer o blogger profesional). No son más que gurus o expertos en ciertos temas, que comunican sus gustos o conocimientos mediante estas plataformas. Esto puede ser aplicado a cualquier temática, pero donde más presente está es en la moda y el deporte.
Lo que es nuevo es la forma de comunicar, se tratan de nuevos formatos, y sobre todo que se ha democratizado la presentación del conocimiento. Toda la vida ha habido influencer, que nos presentaban ideas y su trabajo para inspirarnos, y que individualmente intentábamos emularlos en casa. Me gusta poner varios casos como Arguiñano en la cocina, Cindy Crawford (a nivel internacional) o Eva Nasarre (mucho menos conocida pero famosa en su tiempo) con sus clases de aerobic, Butrageño, Indurain y una larga lista de actores.
Obviamente lo que cambia es el formato de presentación. Antes nadie se planteaba acceder a las noticias del día sin bajar al kiosko a comprar el periódico o ver el telediario de mediodía. A día de hoy los periódicos digitales han ganado la batalla, incluso Twitter y otras plataformas ofrecen noticias en tiempo cuasi real (o al menos mucho más rápido que las ediciones impresas)
El gran problema es como filtrar la información. Internet es una gran fuente de datos, todos podemos publicar nuestras opiniones y todo podemos creernos influencers. Antes había menos fuentes de información pero confiábamos ciegamente en ellas. Ahora tenemos que saber que grada de fiabilidad nos ofrecen antes de intereriorizarlas. Debemos aplicar una proceso de limpieza previo, pero a cambio tenemos acceso a mucha más información desde diferentes puntos de vista.
Los blogger e influencer intentan dan a conocer su opinión y crear tendencia por las nuevas plataformas. El resultado está claro, y de hecho algunos de los ¨antiguos influencer¨se han pasado a estos canales también. Reputados economistas, empresarios, abogados o incluso el gran Paco Montesdeoca que nos ofrece la predicción del tiempo en versión digital.
La gran ventaja de estas nuevas formas de comunicación es la agilidad, rapidez y comunicación visual que ofrecen. La imagen y el video (en tiempo real gracias a funcionalidades como Facebook live) juegan un papel fundamental. Plataformas como youtube o Instagram se han vuelto herramientas imprescindibles, creando nuevos perfiles expertos en las mismas. Una imagen vale más que mil palabras, y la prueba la tenemos presente. Además se facilita la interacción, ya que los seguidores pueden preguntar, responden o comentar sobre las publicaciones realizadas. Se vuelve un dialogo, que es más enriquecedor por ambas partes.
Para mi la gran pregunta es, ¿quien es de verdad un influencer? Aunque a nivel personal tenga mis preferencias, creo que a nivel genérico puedo afirmar que se trata de una persona con un conocimiento especifico en un tema, que es capaz de comunicar y expresarse con claridad académica de forma que el gran público pueda entender y adoptar el contenido expresado. Además sus seguidores (o followers) son reales, y en muchos casos con peso real en la sociedad. Por último habría que empezar a evaluar ¿que nivel en ¨engagement¨ tiene esta persona con su público? En marketing es vital seguir esta parámetro, es lo que hace diferenciar si tus usuarios son realmente activos con la marca o si realmente tienes una base de datos de usuarios muerta (totalmente inservible). Cada uno de nosotros podemos pensar en que personas nos inspiran, en diferentes temas, y posiblemente esto sean nuestros influencer. Otra cosa es la cantidad de personas que se hacen llamar influencer porque publican sus pensamientos y tienen muchos seguidores. Si volvemos al punto anterior, ¿a quien influen realmente?, y sobre todo, ¿tienen seguidores reales?. Todos sabemos la facilidad de hacerte seguir de alguien (presionar un simple botón) o incluso de conseguir perfiles falsos…Separemos cantidad de calidad.
Con el gran avance tecnológico que se ha producido en la comunicación en los últimos años el mundo cada vez es más pequeño. En un par de clicks podemos obtener información o conectar con alguien que vive al otro lado del planeta.
¿… es cierta esa afirmación?
Si bien la primera afirmación es técnicamente correcta, lo cierto es que la proliferación de las Redes Sociales y los algoritmos de recomendación han roto esa lógica. Es cierto que estoy literalmente «a un click» de cualquier contenido pero lo es también que estoy a un click de infinidad de contenidos por lo que la probabilidad de «aterrizar» en uno y no en otro está directamente relacionada con mi historial en la web, la composición de mi red de contactos, sus nodos y los canales a través de los cuales se conectan.
El exceso de oferta de contenidos es tan acusado que algunos expertos como Mark Schaefer hablan ya del «Colapso del Contenido» (Content Shock). Su teoría afirma que el exceso de contenidos que se está produciendo ha sobrepasado la demanda y por lo tanto el paradigma ha cambiado desde un modelo en el que los usuarios debían pagar por los contenidos hacia otro en el que hipotéticamente los creadores de contenido tendrán que pagar por publicarlos.
En esta situación de exceso de oferta de contenidos hay dos palancas que condicionan sobremanera cómo elegimos cuáles consumir:
1. Facilidad de consumo:
Un ejemplo de ello es el consumo de vídeo que sigue creciendo de forma vertiginosa debido entre otros factores a lo sencillo que resulta. Youtube se ha convertido ya en el segundo buscador más utilizado después de Google y la tercera web más visitada tras Google y Facebook. Las marcas se dieron cuenta hace tiempo, identificando el soporte vídeo como uno de los más atractivos como plataforma publicitaria. Facebook e Instagram han incorporado recientemente el streaming de vídeo en directo a la lista de funcionalidades que ofrecen y los millenials y la generación Z ya no entienden la comunicación sin este soporte.
Por más que a mi admirado Seth Godin le pese, nos hemos acostumbrado a la «dieta del caramelo«en la cual alimentamos nuestra mente con aquel contenido que nos cuesta menos esfuerzo procesar. Él cree que todavía estamos a tiempo de darle la vuelta al fenómeno y ofertar sesudos contenidos de esos que necesitan ser consumidos reposadamente. Yo soy mucho más pesimista y considero que la batalla está perdida (al menos en los mass-media).
2. El poder de la recomendación de mi red:
Recuerdo cuando para elegir un restaurante o buscar el último cachivache tecnológico preguntaba a los amigos más «trendy» o informados. Ahora nos fiamos de la opinión de verdaderos desconocidos que en plataformas como Tripadvisor o Amazon dejan sus comentarios sobre la bondad de un producto o servicio. ¿por qué nos fiamos de las redes en las que participamos con una confianza casi ciega?
Disonancia cognitiva
Escuchar o exponernos a opiniones que no coinciden con las nuestras nos genera estrés («disonancia cognitiva«). Nuestra componente de «animal social» nos empuja irremediablemente a buscar el encaje entre nuestros semejantes. El famoso «experimento de Ash» nos demuestra que el ser humano es capaz de apoyar ideas que sabe erróneas por el mero hecho de defender la opinón más extendida entre sus semejantes.
Este fenómeno del comportamiento humano que no es nuevo en absoluto, se ve ahora poderosamente amplificado porque vivimos en un Mundo permanente conectado a través de redes sociales. Bien sea de forma consciente cuando buscamos contenido a través de una plataforma social como Facebook, Twitter oLinkedIn o de forma inconsciente a través de buscadores como Google, lo cierto es que el universo de la búsqueda y por supuesto el resultado está condicionado y sesgado por un «filtro colaborativo» determinado por mi red de contactos, las páginas que he visitado recientemente o el contenido consumido en ellas.
Navegar en estas aguas nos resulta tremendamente placentero ya que no encontramos opiniones disonantes contra las que enfrentar nuestro propio juicio. Caemos en el «sesgo de la confirmación» y ante pequeñas evidencias que apoyan nuestro criterio, lo damos por válido y damos carpetazo a la búsqueda. Nuestra conducta realimenta de nuevo el proceso al reforzar el mecanismo en iteraciones sucesivas. Nos movemos en un universo de la recomendación en el que «si te ha gustado esto, probablemente te gustará aquello» sin enfrentarnos apenas a contenidos disonantes. Es como recibir dopamina directamente en vena.
A menudo recuerdo fascinado cómo mi abuela María del Carmen con su sabiduría popular había dado en el clavo hace ya muchos años. Ella decía que «los Chinos se casan con las Chinas» refiriéndose a la tendencia natural que tenemos como humanos por interactuar con iguales. Y eso que durante unos años casi conseguimos cambiar su opinión ya que todas las parejas que incorporábamos a nuestros eventos familiares resultaban ser extranjeras. Sin embargo en lo fundamental ella tenía razón: el nexo de unión no era la nacionalidad pero sí las aficiones, los valores o las creencias.
Los del «otro lado» no son idiotas
En estas circunstancias nos encontramos en una situación en la que la capacidad crítica a la hora de analizar nuestras propias ideas e hibridarlas con las propuestas de aquellos que sabemos diferentes es cada vez más escasa. En las recientes elecciones en Estados Unidos este fenómeno ha sido ampliamente analizado. Sean Blanda lo denomina «The other side is not dumb» y llama a hacer autocrítica, poner en cuarentena nuestras propias convicciones y al menos considerar por un momento las ajenas. Obama en su reciente discurso de despedida ha realizado también una defensa a ultranza de la virtud de abrir nuestro punto de vista a otras realidades.
Post-verdad: nuestro «sistema inmunitario» mental está dañado
En este afán por defender las ideas «de los míos», de no experimentar «disonancia cognitiva» y ajustarnos al modelo establecido, la tolerancia que tenemos a la mentira parece haberse disparado. El Diccionario de Oxford ha definido el término «post-verdad» (post-truth) como palabra del año 2016. Su definición sería algo así como la «situación en que las emociones y creencias personales influyen más en la formación de la opinión pública que los hechos objetivos”. Si bien no es un fenómeno nuevo, los recientes acontecimientos del Brexit y la elección de Trump como presidente de Estados Unidos lo han puesto de rabiosa actualidad.
Las redes sociales realimentan el fenómeno al impactar a sus usuarios con noticias dadas por válidas por su entorno de forma que éstos las asumen como verdaderas sin realizar el esfuerzo de cuestionarlas («sesgo de la confirmación«). El fenómeno es tan preocupante que Facebook ha puesto ya en marcha mecanismos para tratar de asegurar la veracidad de las publicaciones en las páginas de sus anunciantes. Parece que por fin se han dado cuenta del daño que les puede causar el que les relacionen con contenidos falsos.
Sin embargo donde no parecen tener ningún interés es en eliminar la llamada «burbuja del filtro» (filter bubble), es decir, cómo los resultados de las búsquedas a través de sus plataformas son filtrados por la naturaleza de mi red, mis «likes» o las páginas que he visitado en el pasado. Y es que al fin y al cabo la naturaleza de estas empresas es publicitaria y como tal desean que sus audiencias se encuentren cómodas navegando por contenidos afines a sus creeencias y evitar que abandonen la plataforma.
Bueno, ¿y exactamente qué tiene todo esto que ver con mi rol como responsable de Marketing? Mi intención con este post no es ni mucho menos moralizante ni pretendo exigir una responsabilidad especial a las Redes Sociales y sus algoritmos forzándolas a asegurarse de la veracidad de sus contenidos. Sin embargo analizar y conocer estos fenómenos abre un mundo de posibilidades en el mundo del Marketing:
La segmentación de clientes ha dejado de tener sentido tal y como la hemos conocido en décadas anteriores cuando la realizábamos en función de factores demográficos. Hoy en día los clientes se «auto-segmentan» a partir de sus interacciones entre ellos. Poco a poco sus comportamientos de compra online y consumo de contenidos hacen que vayan cayendo de forma natural en un segmento o «tribu«.
Precisamente por el motivo anterior resulta poco efectivo tratar de capturar su atención ofreciendo contenido que no resuene dentro de esa tribu. Nuestra estrategia de contenidos será mucho más efectiva en tanto en cuanto se enfoque en esas pequeñas audiencias hipersegmentadas. Los mass-media han muerto y han dado paso a las micro-audiencias.
La «viralidad» determina el contenido que recibe el consumidor. Lo que hago hoy tiene un efecto en los contenidos que me impactarán mañana y a su vez realimentará de nuevo todo el proceso en ciclos viciosos o virtuosos para el anunciante. Como consumidor la composición de mi red tendrá un efecto fundamental sobre los contenidos con los que seré impactado. Como anunciantes generaremos contenidos sobre los que una vez publicados perderemos el control sobre los canales que recorrerán así como la intensidad y el momento en el que impactarán en nuestras audiencias.
Decía Bill Gates allá por 1996 aquello de «Content is King«. Una época en la que Microsoft dominaba el software, Yahoo las búsquedas y Google era apenas una idea en la cabeza de aquellos jóvenes Larry Page y Sergey Brin que se acababan de conocer en Stanford.
Veinte años más tarde cuatro monstruos (Apple, Google, Facebook y Amazon) lideran la nueva economía y los cuatro pivotan alrededor del Contenido con modelos centrados en su consumo, su búsqueda ó su difusión.
Aparentemente muy diferentes, sin embargo las cuatro han entendido a la perfeccción que somos animales sociales y la ventaja competitiva que supone tener un absoluto control en la entrega del contenido que su «tribu» demanda.
En la era de las Redes Sociales una de las preguntas fundamentales que surgen es ¿nos permiten estas nuevas herramientas como Facebook, Twitter, LinkedIn, Pinterest ó Instagram ampliar nuestro círculo de confianza, nuestra “tribu”?
La respuesta intuitiva sería “por supuesto que sí”. No obstante, estas redes sociales nos permiten conectar con cualquier persona en cualquier lugar del Mundo.
Sin embargo, prestigiosas teorías sociológicas y antropológicas nos indican que no, que nuestra capacidad relacional está directamente influida por el tamaño de nuestro neo-córtex y éste no ha variado por mucho que dispongamos de móviles de última generación o tablets que nuestros padres jamás hubieran imaginado.
El antropólogo británico Robert Dunbar trató de descubrir a partir de la observación de primates, cuál sería ese máximo número de personas con las que podemos establecer relaciones personales profundas. Llegó a la conclusión de que ese número ronda las 150 personas, en lo que acabó por denominarse el “número de Dunbar”.
En la carrera actual de los equipos de Marketing por conseguir “fans”, “followers”, “suscriptores”,… las empresas olvidan que las reglas básicas que rigen las interacciones entre humanos siguen siendo válidas y que en efecto las tribus dejan de estar cohesionadas si sobrepasan cifras más allá de los 200 miembros.
Lo paradójico del asunto es que de hecho las propias empresas son perfectamente conscientes de esas restricciones al tamaño de los grupos cuando se trata de diseñar sus estructuras internas, y así surgen políticas como las de Gore-Tex (que construye centros de trabajo con parkings para 150 personas y cuando observan que el parking se está llenando, inauguran un nuevo edificio para otras tantas personas) o de Amazon (y su famosa regla de las “dos pizzas”: ningún equipo debería estar formado por más personas que las que son capaces de alimentarse con dos pizzas).
El problema de los grupos grandes de personas no se trata en sí de su tamaño, sino de que el número de relaciones entre sus miembros que hay que gestionar crece de manera exponencial. Así, en un grupo de n personas, el número de interrelaciones entre sus miembros es de n*(n-1)/2. Si hablamos de un grupo de 6 personas se producen 15 interrelaciones entre sus miembros, pero si apenas doblamos los integrantes y pasamos a 12, el número de interrelaciones se dispara a 66 y así sucesivamente. En el caso de una organización “pequeña” como las 150 personas de Gore-Tex las relaciones a gestionar son 11.175. ¿Increíble, verdad?
Volviendo al asunto de los equipos de Marketing y su obsesión por el número de “followers” cabe preguntarse ¿cómo podemos avanzar las marcas construyendo relaciones profundas con nuestras tribus más allá de tratar de ampliarlas “ad infinitum”?
Creo que las redes sociales tal y como están concebidas hoy en día no tienen sentido. Pero por suerte, ahí estamos para cambiarlo, y mucha gente y muchas empresas ya han empezado. Repetidas veces he escuchado frases como «Si no estás en las redes sociales, no existes», «cualquier empresa que se precie tiene que tener mínimo una presencia virtual», «deberíamos aprender un poco de redes sociales para dinamizar la empresa»,…
Parte de todas estas frases son ciertas, pero están basadas en un concepto anticuado (según mi punto de vista): «La separación permanente del mundo real y el virtual«. Es cierto que hasta ahora ha sido así, pero debemos recordar que son herramientas (útiles, efectivas y necesarias si sabemos manejarlas). Podíamos elegir estar dentro o fuera de las redes sociales, podíamos seguir siendo muy buenos profesionales sin perfil de Linkedin, compartir momentos con buenos amigos sin utilizar Facebook y conocer gente interesante sin tener que recurrir a Twitter. Pero la comunicación 2.0 vino para quedarse como hemos podido apreciar. El siguiente paso que deberíamos dar es la integración, o mejor dicho fusión con nuestra vida real. No debemos mantenerlo como vidas paralelas ni separadas, ya que juntas, nos ofrecen muchos más beneficios que separadas. A cualquier aficionado al cine le habrá compensado hacer un «like» en facebook de cierta cadena de salas de proyección, con el beneficio de poder obtener un muy buen descuento. Este podría ser un muy buen ejemplo de esta fusión. Como dice Andy Stalman (@AndyStalman), habría que cambiar el «like» por «buy».
En paralelo debemos pensar para qué queremos estar en las redes sociales. Y si todas son igual de interesantes para nosotros. Como todo en la vida, es fundamental tener un motivo, y en este caso una estrategia, llamémosle «digital». Hay cantidad de redes sociales diferentes, cada una con características y públicos objetivos diferentes. De modo general, podemos citar las más populares (siempre desde el punto de vista empresarial). Para más detalle visitar el link:
Facebook: Red social donde conectar con fans (amigos en el entorno personal), y con los que compartir noticias, fotos o mensajes. Su punto fuerte es la exposición de la marca y la atracción de clientes mediante ofertas o anuncios. Podemos aprender mucho de nuestros productos mediante los comentarios de los usuarios.
Linkedin: sin duda la más profesionales de las redes sociales. Generalmente utilizada para la imagen de marca o «branding«. Su gran valor añadido son las conexiones profesionales y contactos. Los grupos son un punto de discusión de ciertos temas, donde aprender y conocer a colegas de profesión. Además de los perfiles individuales, es interesante contar con uno corporativo, donde explicar qué hace nuestra empresa, por quién está formada y qué perfiles busca. De esta forma conseguiremos atraer el mejor talento.
Twitter: es la red social más dinámica que existe. Podemos monitorizar con qué palabras clave se nos asocia. La comunicación con el usuario muy directa (muy útil para comunicar eventos, noticias cortas o lanzamientos) y su gran punto fuerte puede ser la viralidad (a través del retweet). Hay un artículo muy corto y sencillo que explica en qué consiste Twitter.
Sería bueno pararnos un minuto a pensar qué es lo que queremos sacar del uso de las redes sociales (tanto personalmente como profesionalmente). Una vez tengamos claro este punto, el siguiente sería definir qué es lo que queremos de cada una de ellas, y cómo lo voy a conseguir. Aunque parezcan obvios, estos puntos son claves para nuestro éxito. Y no me refiero al éxito en las redes, ya que como he dicho al principio, debemos quitarnos la idea de la separación de ambos mundos. Si triunfo en las redes sociales, debería ser capaz de que mi empresa note el resultado en la realidad.
El objetivo principal de cualquier empresa es crecer. Crecer tanto en ingresos, beneficios, cuota de mercado, número de clientes,… Y está claro, que quien no avanza, desgraciadamente muere. En general todas las compañías se ha tomado muy en serio esto, y la presión para alcanzar grandes cifras es tremenda (excepto aquellas, que de momento, con sobrevivir tienen demasiado, pero al fin y al cabo, consiste en crecer más que el resto).
En los últimos años, las grandes empresas están inmersas en una vorágine de compras de otras empresas. Y estas compras, en muchos casos intentan sustituir al famoso I+D+I. ¿Acierto o error? supongo, que esto irá por barrios. En la memoria tenemos algunos casos como la adquisición de Skype por parte de Microsoft, Youtube por parte de Google, la compra de Instagram por parte de Facebook, y otros tantos casos en energéticas (caso Enel), telefónicas (Verizon y Vodafone, Telefonica y O2,…)
Principalemente, existen 2 grandes formas para seguir creciendo, y es lo que se llama crecimiento orgánico, o crecimiento inorgánico o por adquisiciones. El primero se centra en intentar crecer por tus propios medios. Realizando las operaciones diarias, de modo que cada día sea un éxito nuevo en la batalla que se está librando. Algunas corporaciones se centraran en mejorar la calidad, otras en la diversificación del portfolio, diferenciación por precio u otras características,…
Sin embargo, otras empresas (aquellas con músculo financiero suficiente como para poder soportar estas operaciones), prefieren salir de compras. De modo que adquiriendo otra compañía, podamos tener acceso a productos más novedosos, una cartera de clientes más especifica o más amplia, introducción en ciertos mercados, …
Existirán tantas opiniones como situaciones sobre qué alternativa será mejor adoptar. Cualquier inversión en investigación y desarrollo será (posiblemente) más cara, y sobre todo mucho más lenta. Los resultados, en caso de llegar, tardarán en hacerlo, y la paciencia, no es una de las características de los mercados actuales. Por lo que, invertir ese dinero (o parte del mismo) en la adquisición de una compañía, que tenga ese producto, o esa gama de productos, que necesitamos, nos ofrecerá resultados más rápidos. La pregunta es, ¿qué pasará cuando este producto no sea novedoso? ¿Compraremos otra empresa o será hora de invertir en I+d?
Otro aspecto a tener en cuenta es el número de empleados. Cuanto mayor volumen de negocio tenga una empresa, más empleados debería tener para manejarlo. Si la empresa ha optado por una adquisición de otra compañía, tenemos las temidas fusiones, en las que posiblemente, existan puestos duplicados, y existan despidos (aunque el número total de empleados si crecerá). Sin embargo, el I+D+I, requerirá la contratación de más recursos, aunque esta ampliación se hará de forma más lenta.
Lo que si es cierto, es que la estrategia de crecimiento inorgánico es la más común cuando el objetivo es la exploración de mercados no conquistados o desconocidos. Nos aseguramos una base de clientes ya existente, con procedimientos ya probados y sobre todo, experiencia.
Sea cual sea la estrategía, parece que no hay una que se pueda considerar buena y otra mala. Cada una tiene sus propios objetivos pero si parece, que de forma general, se podría decir que el crecimiento inorgánico nos da resultados más rápidos mientras que el orgánico tarda mucho más en dar frutos.