De grandes masas a microsegmentos, y vuelta a empezar

La misión, y obsesión de los responsables de marketing es asegurar que las actividades de marketing sea lo más efectivas posibles. Esa efectividad se puede observar en dos formas diferentes, bien porque sean muy impactantes, y se recuerden. O bien porque el retorno de la inversion de estas actividades sea lo más elevado posible.

Para que una iniciativa sea impactante requiere creatividad. No es la primera vez que hablamos de la batalla de la que muchos se empeñan en luchar. Sin embargo, es una batalla absurda. Por el simple motivo de que no debe ser una batalla, sino tácticas complementarias. La creatividad no podrá ser nunca sustituida (podemos entrar en un debate sobre qué pueden o podrán hacer las maquinas). La creatividad es esa capacidad de crear algo diferente, nuevo o interesante que nos hará captar la atención de nuestro objetivo. Y por el otro lado la automatización, nos permitirá hacerlo a escala y con mayor facilidad y menos necesidad de procesos manuales humanos.

Cuando hablamos de un retorno de la inversion elevada, tenemos en cuanta variables principalmente económicas, como cual es el coste de producción de esa pieza (anuncio, digital, panfleto), el coste de distribución y el beneficio obtenido (por medio de las ventas producidas). Esta ha sido, es y sera el caballo de batalla de muchos en este mundillo del marketing. La irruption del marketing digital, entre otros muchos factores, fue determinante en la monitorización y seguimiento de ese retorno de la inversion. Si recordamos dónde se producía la gran mayoría de los anuncios hacer de tener Facebook Ad, banner y otra publicidad programática, tendremos que remontarnos a los anuncios de television y la prensa escrita.

Los medios de grandes masas (TV, prensa, revistas, vayas publicitarias,..) son un gran escaparate, con una exposición tremenda. Decenas de miles (in incluso millones de personas en prime time en TV) estaban delante de la televisión. Sin embargo sabemos a ciencia cierta, que no todos esas personas estaban interesadas en nuestros anuncios. Y en el mejor caso, aquellos que pudieran estarlo, no necesariamente comprarían nuestros productos (el marketing digital favorece la reacción inmediata). Es, como hemos mencionado alguna vez, matar moscas a cañonazos. Podríamos tener resultados con ese anuncio, pero si miramos su efectividad, posiblemente sería baja (comparar la población expuesta con el número de ventas).

Esta discusión no es nueva, y según mucho informes, el gran porcentaje del gasto publicitario ser realiza en tácticas de marketing digital, donde la segmentación y personalización nos ayudan a ajustar el tiro.

Sin embargo, el fenómeno de las influencer esta cada día más de moda. Es cierto que su plataforma de acción son redes sociales (Intragram , Youtube, TikTok,.). Estas personas tienen miles, incluso millones de seguidores. Las marcas les contratan como embajadores de marca, o por lo menos como imagen de marca. Esta figura no son nuevas tampoco. Las marcas han incrementado significativamente las partidas dedicadas a influencers. Es una realidad que hemos digerido, y adoptado como normal. Sin embargo, ¿cúal es la rentabilidad de esta estrategia?

El movimiento de publicidad en medios de grandes masas a propiedades digitales, donde ese seguimiento se pueda hacer de forma más milimétrica, se tomo por motivos de efectividad. Sin embargo, al movernos al modelo influencer, volvemos de alguna manera al modelo de masas. Nuestro producto se expondrá a una gran cantidad de personas, por lo que pagaremos posiblemente una cantidad significativa de dinero. Es justo decir que muchas de las personas que siguen a un influencer tienen un perfil similar, por lo que no es exactamente igual, o no es justo compararlo con un anuncio en television.

La publicidad o exposición de un producto por parte de un influencer, puede reportar beneficios económicos importantes a las marcas. La pregunta que debemos hacernos antes de meternos en una de estas aventuras son: 1) Son efectivas (en cuanto a ROI) 2)Podemos o queremos hacer el seguimiento, para poder hacer la atribución de la fuente de nuestras ventas 3)Que hacemos cuando un influencer hace algo que repercute negativamente en nuestra marca y como recuperarnos.

No creo que haya una respuesta universal, y creo que es aquí cuando el pensamiento crítico debe hacer acto de presencial, para asegurar que la ejecución de nuestro plan tiene éxito

Esperando que el calvo de la lotería vuelva, en primavera

Queda cerca de un mes para que el famoso sorteo de la lotería de navidad vuelva a repartir ilusiones. Efectivamente, reparte dinero, millones, y en algunos casos buenos pellizcos. Pero, ¿recuerdas los anuncios de la lotería de los últimos años? No hace referencia al dinero, sino a las ilusiones y sueños. ¿Que emoción te viene a la mente si piensas en el anuncio de loterías de este o el año pasado? (Revisa los videos de los últimos años aquí. 2020, 2019, 2018, 2017, 2016, 2015, 2014, 2005)

En general la navidad es un periodo especial, por muchos motivos, pero donde sinos alejamos de la parte más materialista, su valor principal se basa en la familia, los amigos, las reuniones, compartir, celebrar, estar juntos (intentemos quedarnos con esta parte y no las peleas familiares y discusiones típicas de cuñados)

Muchas de las marcas intentar hacerse eco, y promocionar su marca, asociándola a algunos de estos conceptos. Fue famoso el spot de Campofrío en el que se reunían muchos cómicos hace unos años, pero los que desde muchos años no cejan en su empeño de emocionar es loterías (link a todos los videos). El componente de estos anuncios siempre es el mismo, compartir, ayudar, alegría, humanidad, cercanía, aunque cada año se presente desde él prisma de una historia diferente.

¿Por qué las marcas utilizan este método?. Últimamente oímos mucho en el mundo del marketing sobre liderar con valores, humanizar la marca, pero qué significa?

Hay muchas teorías neurocientíficas sobre cómo funciona el cerebros y las emociones. Existe una llamada la teoría de la construcción de emociones, en la que se describe cómo estamos expuestos a multitud de estímulos externos de forma constante. Cada uno de estos estímulos van despertando diferentes experiencias en los circuitos cerebrales, intentando realizar una asociación. Esa asociación tienen en cuenta muchos factores como nuestro estado anímico, nuestro estado de salud, los sentidos (gusto, olfato, tacto, oido, vista), incluso entorno en general. En función de todas estas variables se produce una asociación ¨vencedora¨, donde una experiencia, desatada por una estimulo externo, se convierte en una emoción. Por este motivo, cada emoción es totalmente personal. Si por ejemplo hablamos de ¨familia¨, la imagen, la experiencia, y la emoción que me viene a mi, será completamente diferente a la tuya, aunque sean parte del mismo concepto ¨familia¨. Recomiendo lear más sobre el tema en el libro, como se construyen las emociones.

Teniendo todo esto en cuenta, y mezclándolo con el tema de los anuncios de navidad, al estar expuestos a imágenes, y sonidos, en un entorno donde los valores suelen estar más a flor de piel, nos hace que esas emociones salten en nuestro cerebro, asociándolo con experiencias previas, y ajustándolo con los nuevos estímulos. Parte de esos estímulos son la marca que ¨patrocina¨ estas imágenes. Nuestro subconciente empezará a hacer la asociación de la marca con esa emoción. Si te vuelvo a preguntar por que emoción te despierta el anuncio de loterías de este año, ¿ves un poco más la relación?

Las marcas tienen que personalizarse, tienen que humanizarse, e intentan vender valores. El problema viene cuando todo se queda en un anuncio lacrimógeno, como es el caso de muchas organizaciones, que solo se acuerdan de estos valores para producir el video de navidad. Pueden hablar de familia, de amistad, de cercanía, pero a la hora de conciliar con la vida laboral, de pensar en el bienestar de sus empleados, no tienen tan claro que es eso. Si una marca quiere que sus valores estén realmente asociados a su imagen, tendrá que tenerlos presente en todos los aspectos de su gestión, y no solo en el anuncio de navidad. La forma en la que toma decisiones, en la que se relacionan con sus clientes, con sus empleados, con sus proveedores, como fabrican sus productos (podemos hablar de la sostenibilidad y la ecología en este punto) debe estar presente siempre, y debe ser consistente. Eso será lo que nos haga, como audiencia y consumidores, ver la marca realmente asociada a esos valores, como un reflejo. Las organizaciones sin visión están predispuestas a no tener un futuro muy halagüeño. Para llevar a cabo esa visión, tendrán que tener unos valores, que marquen la dirección de todas sus aciones y actividad. Desde la gestión corporativa, hasta la producción de anuncios. En el momento en que todo esto este en consonancia, será cuando automáticamente, realmente asociamos como consumidores, esa marca, con una emoción, un valor, y nuestras experiencias personales. Si por el contrario, todo re resume a un anuncio en navidad, nos quedaremos con una anuncio, sin embargo sin tener muy claro quién está detrás. Cuantas veces te ha pasado, que recuerdas un anuncio muy bueno, pero ni idea de que es. ¿Que piensas que le dirá la dirección de la organización al responsable del mismo en cuanto al retorno de la inversión? Posiblemente hagan incidencia en su impacto económico, pero la respuesta correcta debería ser en la forma de gestión y pensar en el largo plazo, no solo en el anuncio.

Este año ha sido un año muy especial para todos. Muchas marcas se han volcado durante la primavera, realizando promociones de su marca asociada a valores de compartir, superación, comunidad, y en muchos casos con grandes acciones hacia la sociedad por detrás. Me encantaría ver que el espíritu del calvo de la lotería vuelva todas las primaveras, veranos y otoños, y no solo alrededor de fin de año.

La culpa

Si cierro los ojos y pienso en IKEA me vienen a la cabeza historias de comienzos, de primeras etapas en un lugar, de puesta en marcha de proyectos vitales. Cada visita a un centro del gigante sueco ha estado relacionado directa o indirectamente con algún cambio familiar positivo.

Por eso mismo me ha sorprendido mucho su nueva campaña que ya se ha convertido en viral navideño: “la otra carta”. En un tono sensiblero propio de esta época del año, los creativos de McCann han jugado con una de las palancas más poderosas de la publicidad y recurrente en el universo infantil (comida, ropa y accesorios para niños), la culpa.

En el vídeo que ya inunda todas las redes sociales se les pide a unos niños monísimos que escriban su carta a los Reyes Magos. Al acabar, se les emplaza a que escriban una carta alternativa, esta vez para sus padres, en la que les digan qué esperan de ellos en el año que comienza.

La escena te la puedes imaginar: niños que piden a sus padres más tiempo dedicado a jugar con ellos y progenitores que no pueden contener las lágrimas descubriendo lo “malos padres que son” y lo poco que concilian su vida laboral con la familiar.

Hay que reconocer que jugar con la culpa ha resultado ser una palanca muy efectiva a la hora de ganar viralidad en el anuncio pero ¿son estos los valores que quiere IKEA que asociemos con ellos? ¿Han decidido apartarse de la comunicación en tono positivo y su “bienvenido a la república independiente de tu casa”?

No lo sé, pero sospecho que salir corriendo a comprar una nueva estantería Billy poco va a impactar en la felicidad de mis hijos.

Algo debe estar pasando en la conciencia colectiva de los consumidores si grandes marcas como Loterías e IKEA han decidido balancear este año su mensaje desde el “flower power” que les caracterizaba hacia elementos más relacionados con el miedo y la culpa.

¿Tendrá un impacto positivo en ventas? Lo desconozco, pero en mi grupo de amigos las chicas no ganan para Kleenex (¿Será una alianza estratégica con el fabricante de pañuelos desechables?)

 

* NOTA: IKEA de hecho este año ha lanzado otro anuncio en un tono mucho más habitual: «La otra Navidad» ¿Se tratará de realizar un A/B test? A fecha de hoy, jugar con la lágrima les ha proporcionado muchas más visitas.

No es lo mismo

En el supuesto que tuviera que organizar una fiesta sorpresa, varias serían las tareas a realizar. Dividiéndolo en tres serían: planificación, comunicación y ejecución. Olvidémonos de la última parte por un momento (aunque sea la divertida), para centrarnos a analizar las otras dos.

Teniendo siempre claro el objetivo (sorprender y celebrar un evento), la planificación incluiría la logística (lugar donde tendrá lugar), calendario de preparación (incluyendo el propio día del evento), lista de invitados, comida y bebida para la celebración,…

En la etapa de la comunicación, habrá que poner especial atención a los destinatarios, para que el homenajeado no esté incluido. A la hora de elaborar la lista de invitados, tendremos que tener en cuenta el objetivo de la celebración, de modo que no estén presentes personas no deseadas (al menos para este evento), y por el otro lado, evitar olvidarnos de incluir e invitar a los imprescindibles.

Se puede trasladar fácilmente esta metáfora al mundo empresarial para explicar las diferencias entre el marketing y la publicidad. Muchas personas lo confunden, incluso piensan que es lo mismo, cuando en realidad no lo es. El marketing es muy amplio (¿has leído el post “La escalera”?). Se trata de una estrategia para hacer crecer nuestro negocio, cumpliendo unos objetivos. La publicidad es una herramienta de comunicación, integrada dentro del marketing, y al servicio de éste. De nada servirá publicitar un producto/servicio sin una estrategia por detrás.

Volviendo al ejemplo inicial, tenemos un objetivo, una planificación, y debemos publicitarlo. Es decir, comunicárselo y vendérselo a los invitados, de modo que todos quieran asistir. Esa es la misión de la publicidad. Que se conozca el producto/servicio, sus características principales, y todo aquello que la empresa (volviendo al mundo empresarial) quiera desvelar. Pero es muy importante no sobrepasar las expectativas. Ya que lo único que conseguiremos es que los primeros clientes adquieran nuestro producto, y es  posible que corra el rumor de que no es lo que se esperaba de él. Por lo tanto nuestro proyecto fracase.

Sin embargo la planificación de la fiesta sería el marketing. Por lo tanto, suele ser un trabajo previo a la comunicación. Debemos tener en cuenta que producto tenemos, a quien se lo vamos a ofrecer, porqué, cuando y como (segmentación, posicionamiento y branding). Se trataría de la estrategia general del producto, teniendo en cuenta también el propio diseño del mismo.

Cierto es también, que no todas las publicidades son iguales, hay que tener en cuenta que tipo de potencial cliente tenemos delante. Y para eso debemos seleccionar el modo de comunicación adecuando (nunca se me ocurriría escribir por twitter a mi abuelo). Por lo tanto, conocer al cliente, que es lo que busca y porque medio lo suele hacer es fundamental para que nuestra estrategia de comunicación triunfe. Todo esto estará definido también en la estrategia de marketing, que estará en concordancia con los objetivos principales.

Teniendo en cuenta lo anterior, ¿alguien podría afirmar que marketing y publicidad es lo mismo?.

A %d blogueros les gusta esto: